TOROS
El autor cuenta su gusto, que no afición, por la fiesta de los toros. Reconoce que en el ruedo se establece una lucha épica entre el animal y el torero en la cual casi siempre gana el hombre pero sin que pueda desdeñarse el riesgo y el peligro de recibir una cornada. Recuerda, con angustia, el haber sido testigo de alguna de ellas en una plaza y el haber atendido heridas por asta de toro como cirujano de guardia de un hospital.
Comprende la aparición de movimientos sociales en defensa del maltrato animal pero le repugna que alguien en defensa, de la vida de uno de ellos, se mofe de la muerte de un torero, o se burle de su familia, de una manera soez y cobarde al esconderse tras la pseudoclandestinidad de las redes sociales. Acaba de ocurrir tras la muerte trágica del torero Víctor Bario tras la cornada recibida en la plaza de toros de Teruel.