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     Soy la tercera generación de una familia multimillonaria en ácido úrico. Mi abuelo y mi padre, de este metabolito, me dejaron bien colocado. A diferencia de ellos, yo no he padecido más que dos o tres ataques de gota. Tomo todos los días una pastilla de Zyloric. La caja de la medicación contiene treinta comprimidos. Cuando menos me doy cuenta ya la he acabado. Ha pasado un mes. En el desayuno, a veces, cuento las pastillas que ya he tomado o las que quedan en la caja. Cuento el paso del tiempo por las pastillas de la medicación.

     En la escuela, contaba las semanas que faltaban para las vacaciones. En la Universidad, los años para acabar la carrera. En la vida, los meses para que nacieran mis hijos. En la jungla cuotidiana, los lustros para concluir los pagos de los prestamos, de los leasings y de las hipotecas. Durante muchos años he medido el paso del tiempo contando lo que faltaba para alcanzar metas, para finalizar plazos.

     Ahora que uno está en edad de pararse a sacar cuentas de lo que ha sido y  de proyectar para lo que falta, dado que el pasado es intocable, lucho día a día, comprometiéndome con mi entorno, por un futuro esperanzador hacia el cual me dirijo con la intención de no jubilarme de nada. ¡De nada!

 
Anem Fent! Diario Levante-EMV la Safor. Domingo día 30 Septiembre de 2007.
 
Enero 2019